Dejar de tocarme los...

Ayer publicamos en el diario La Voz de Avilés nuestro artículo semanal, esta vez dedicao al ampelis: LVA. En él comentamos el acoso que sufre el ejemplar cada vez que baja a comer. Sí entre los lugareños ya hay varios tipejos que anteponen la foto del bicho a su bienestar, nos temíamos lo que pudiese pasar este finde, ante la llegada de gente de todas partes de España. Y esta mañana dos miembros de Mavea fueron testigos del caos, por lo que tuvieron que acabar marchando del lugar de la mala hostia que se pusieron. De nada les valieron los avisos a la calma cada vez que baja el bicho: gente de Gerona, de Madrid, y por supuesto de casa, se lanzan corriendo hacia el bicho cada vez que se baja a comer. A penas le da tiempo a comer un par de bayas y tiene que marchar escopetao al árbol más alto. Nos tememos que este estrés pueda acabar afectando al pájaro.

Como dice el dicho "acaban pagando justos por pecadores", pero es que la locura coleccionista en que se está convirtiendo la observación de aves (principalmente la rama del "twicheo"), hace que muchos nos planteemos no avisar a nadie cada vez que veamos un pájaro raro. Y a esto se une el gran problema de conservación que está creando la evolución de la fotografía digital. Nos estamos acercando a lo peor de la ornitología inglesa, en vez de aproximarnos al gran trabajo conservacionista que hacen allí.