Sigue flojín el paso postnupcial.
Llegan algunas garzas reales jóvenes (ver foto). Ya son 5 los archibebes
claros. Comienzan a llegar andarríos chicos. Vemos un bandín de 4 gaviotas
cabecinegras adultas. Y aparece el primer pollo volantón de gaviota patiamarilla
del entorno, pedigüeño como es normal (ver foto).
Siguen por aquí 1 cormorán grande
joven (que lleva un mes), una garceta inmadura (un mes y medio) y una gaviota
sombría inmadura (dos meses y medio, ver foto).
El somormujo lavanco ya lo consideramos
residente. Últimamente hay un par de adultos (ver foto).
Por la cola del estuario hay una
pareja de ánades frisos, sin pinta de reproducirse. Comienzan a verse azulones
en plumaje casi nupcial (ver foto), pero no son adultos (que están en eclipse)
sino jóvenes mudando
a su primer plumaje nupcial.
Estos días hay mareas vivías y el
agua pasa la escollera que hicieron en El Estrellín, con lo cual le da vida a
la charca con salicornias (ver fotos).
Roberto Menéndez nos envía fotos
del tiburón peregrino que hubo hace un mes en la vecina bahía de Salinas.
Todos los años en primavera y
verano nos llama mucha gente para recoger pollos que caen de los nidos,
como el
gorrión de las fotos anexas. Siempre decimos que lo primero es dejar el pollo
en el mismo sitio pero elevado, para evitar que lo cojan gatos o ratas, e
intentar que lo localicen los padres y lo ceben. Si al pasar un tiempo nadie lo
atiende, entonces es cuando hay que actuar: se llama al 112 para que vengan
guardas medioambientales o agentes del Seprona a recogerlo. Pero hay ciertos
bichos corrientes, llamados incluso plagas, como gaviotas, gorriones o palomas,
que nadie (o casi) quiere y por mucho que llames no vendrán a por ellos. En
Mavea tenemos la suerte de tener al compañero Xuanín, que se dedica desde hace
muchos años a salvar, cuidar y después liberar a estas aves.
P´acabar un desastre ambiental,
típico de depredadores estivales sin escrúpulos: arrasaron con las ostras en
la
ensenada de Llodero y zonas cercanas (ver foto). Hay varios desaprensivos que
arrancan la mayoría de los moluscos que viven en la ría para venderlos por los
bares (con el peligro sanitario que encierra), pero hasta ahora no habíamos
visto que fuesen a por ostras.